jueves, 6 de enero de 2011

Lo que sé. Por Robert De Niro. Nota publicada en la revista "RADAR"

Los que hablan no saben. Los que saben no hablan. Eso ha sido así desde siempre.

También: si no vas, nunca lo sabrás. Les digo eso a mis hijos.

Diez años parecen haber sido hace unos pocos años.

Si es la silla indicada, no lleva demasiado tiempo sentirse cómodo en ella.

Italia ha cambiado. Pero Roma es Roma.

Construimos una pared de goma para la escena de la cárcel en Toro salvaje. Era una gomaespuma dura. Estrellar la cabeza contra una pared verdadera no hubiera sido posible. Había que hacerlo hasta quedar contentos.

Me gustaría ver todas mis películas una sola vez tan solo para ver qué me hace pensar, para ver cuál fue el patrón. Pero con todas las películas en las que estuve, eso significaría ver dos o tres por día durante un mes. No sé de dónde sacaría el tiempo.

Si Marty quisiera que yo hiciera algo, lo consideraría muy seriamente, aún si no me interesara.

Mi definición de un buen hotel es un lugar en el que me quedaría.

Si no recuerdo mal, no se hacían muchas secuelas en aquella época. El Padrino fue una de las primeras. Así que no pensábamos sobre las secuelas de la manera en que lo hacemos ahora. Recuerdo estar viendo la calle completa entre la Avenida A y la Avenida B convertida en los comienzos del siglo XX. Las vidrieras, los interiores de los locales. El tamaño era increíble. Uno sabía que lo que estaba haciendo era ambicioso.

Siempre estaré en deuda con Francis.

Cuando hice El francotirador, pensé: Tailandia es un lugar interesante. Volveré pronto. Pero no regresé hasta como dieciocho años después.

Todos pueden criticar. Pero al final del día, uno sabe que las intenciones de Obama son las correctas.

Deberías haber hecho esto. Deberías haber defendido esto más que aquello. El presidente tiene que lidiar con eso todo el tiempo. Imaginate lo que debe ser tener que tratar con todas estas fuerzas que se te vienen encima, tener que transar, sopesar las consecuencias de cada decisión en relación a las otras. Es difícil. Si lo pensás un poco, es un poco como ser un director.

Siempre les digo a los actores que van a una audición: No temas hacer lo que indican tus instintos. Tal vez no consigas el papel, pero la gente va a tenerte en cuenta.

Me dicen que Jodie Foster dijo:

Para el momento en que me dieron el papel en Taxi Driver, ya había hecho más cosas que De Niro o Martin Scorsese. Había estado trabajando desde los tres años. Así que aunque tenía sólo 12 años, sentía que era la veterana allí.

De Niro me llevó a un lugar aparte cuando empezamos a filmar. Me pasaba a buscar por mi hotel y me llevaba a diferentes restaurantes. La primera vez básicamente no dijo nada. Sólo murmuraba. La segunda vez comenzó a repasar las líneas conmigo, lo cual era bastante aburrido porque yo ya me las sabía. La tercera vez, repasó las líneas conmigo otra vez, y ahora estaba realmente aburrida. La cuarta vez, repasó las líneas conmigo, pero empezó a irse para otro lado, sobre ideas completamente diferentes dentro de la escena, hablando sobre cosas muy locas y pidiéndome que siguiera su improvisación.

Así que empezamos con el guión original y él luego se iba por una tangente y tenía que seguirlo, y entonces era mi trabajo encontrar eventualmente el espacio para devolverlo a las últimas tres líneas de texto que ya habíamos aprendido.

Fue una revelación enorme para mí, porque hasta ese momento yo creía que ser un actor era tan solo actuar naturalmente y pronunciar las líneas que había escrito otro. Nadie jamás me había pedido que construyera un personaje. Lo único que habían hecho para dirigirme era decir algo como “Decilo más rápido” o “Decilo más lento”. Así que era una sensación completamente nueva para mí, porque me di cuenta de que actuar no era un trabajo tonto. Yo creía que era un trabajo tonto: alguien escribía algo y vos lo repetías. ¿Qué tan tonto era eso?

Hubo un momento en algún restaurante, en algún lugar, en el que me di cuenta por primera vez de que era yo quien no había estado aportando demasiado a la mesa. Y sentí una excitación de esas en las que transpirás y no podés comer y no podés dormir.

Me cambió la vida.

¿Jodie dijo eso? No, no me acuerdo. La gente tiene recuerdos de cosas que yo no recuerdo. ¿Ella tenía cuánto, doce? Increíble...

Si no lo hacés bien ahora, nunca será como debería ser; y se queda ahí para siempre.

Es la misma historia de siempre: la delgada línea entre el dinero y la calidad. ¿Tenemos que gastar todo esto para hacer esto? Bueno, sí, porque si no lo hacemos...

Si tomás un atajo, la gente se va a dar cuenta y se va a sentir engañada. Es como una película: acumulativamente, todos los atajos y los engaños restan algo de la textura.

En ocasiones, tener restricciones financieras te beneficia. Te obliga a inventar soluciones más creativas.

Simplemente voy al teatro. Nadie me molesta. Ni siquiera me reconocen. Lo hago de cierta manera.

No pude entrar a ver Avatar en el IMAX 3-D.

Mientras tengas hijos, siempre habrá algún problema.

No sé si mis hijos me han enseñado algo, pero se me han revelado cosas. Cosas que ocurren. Ahora sos un abuelo. Y tus hijos te están dando consejos.

Es interesante cuando tus hijos te dan consejos. El otro día tuve una conversación con mi hijo mayor. El me decía: “No debería hacer esto, y esto, y esto”. No es que estuviera de acuerdo con él en todo. Pero fue una buena sensación.

Envejecés y te volvés más cauteloso.

Aparecen situaciones por las que ya pasaste, y podés ver hacia dónde se dirigen.

Un buen consejo puede ahorrarte un pequeño fastidio.

Tuve a mis mellizos aquí. Tienen quince años. Cuando yo era adolescente, había menos restricciones que las que yo les impongo a mis hijos. Pero yo sé que esas restricciones son importantes. Aun así, tienen que tener su espacio. Es un equilibrio delicado. Te decís: yo sobreviví a eso. ¿Cómo lo harán ellos? Y sin embargo lo hacen. Con un poco de suerte.

Puedo reírme más ahora que cuando era más joven. Soy menos sentencioso.

Me cuesta mucho regalar una de las pinturas de mi padre.

He mantenido el estudio de mi padre por los últimos 17 años, desde que murió. Lo mantuve tal cual estaba. En un momento pensé en dejarlo ir. Luego tuve una reunión de amigos y familiares para verlo por última vez. Grabarlo en video. Pero me di cuenta de que es diferente en persona que en video. Es otra experiencia. Así que me lo quedé.

Sé valiente, pero no imprudente.

Sin importar lo que hiciera, Marlon siempre era interesante.

Para mostrar lo primitivas que solían ser las cosas: teníamos que disponer un trípode para pasar en video las escenas de Marlon en la sala de proyección de Paramount, para que yo pudiera estudiar sus movimientos. Lo interpretaba sobre un pequeño acto por acto.

Nunca hablamos con Marlon sobre nuestras actuaciones en El Padrino. ¿Qué me iba a decir? Nos conocíamos. Pasé algún tiempo en su isla con él. Pero no hablás de actuación. Hablás de cualquier cosa menos de actuación. Supongo que la admiración no se expresa en palabras.

Sí, podés hacer nuevos amigos. Hace poco conocí a una pareja; son mucho más jóvenes que yo. Es agradable.

La realidad es este momento.

Alguna gente entiende lo que es crear algo especial, y otras piensan en qué es lo que pueden sacarle.

No voy a leer todos los libros que quiero leer.

Quizá me gustaría hacer cosas que fueran más como retirarse. Como sentarme en un lugar y simplemente disfrutar. Una buena caminata. Un café. Como retirarme, pero no retirarme. Mientras disfrute de lo que estoy haciendo, ¿por qué retirarme?

Atravesás muchas fases diferentes en la vida. Solía comer postres todo el tiempo de chico. Ahora no como mucho postre. Excepto cuando estoy en restaurantes especiales y me digo: Bueno, estoy acá, tengo que comer el postre.

Ahora es ahora. Entonces era entonces. Y el futuro será lo que el futuro sea. Así que disfrutá el momento mientras estás en él. Ahora es un gran momento.

Así respondió Robert De Niro al periodista Cal Fussman para la extraordinaria sección “Lo que sé” de la revista norteamericana Esquire, en su número de enero de 2011.

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