miércoles, 4 de abril de 2012

Margin Call, de J.C. Chandor

Qué lo tiró... Bueh
En principio, hay que saber que se trata de una ópera prima. No considero que este sea un recaudo innecesario, ni tampoco que subestime la obra en sí misma, sino que simplemente es posible que marque un recorrido respecto a una estética naciente en un nuevo cineasta.
Por otro lado, la película en sí misma, me dejó, inevitablemente un considerable sabor a poco. Un retrato que intenta cerrarse sobre su propia estructura de interpoderes empresariales, y al hacerlo, medio que se queda sin aire. Esto es algo que pasa siempre en películas de este tipo. Del tipo de las "críticas", pero bajo el ineludible sello hollywoodense. La paradoja en este caso se resume, a mi entender, a la manera del cuento de la rana y el escorpión. ¿Cómo lograr poner crítica o política seria sobre el tapete fílmico, si quién te banca desde arriba no sólo es parte de todo ese engranaje burocrático-empresarial, sino que además lo comanda en gran medida?

Ya desde el vamos el filme nos presenta la coyuntura empresarial actual: un grupo de técnicos entrenados, arriban a una empresa a hacer exactamente lo que hacía el personaje de Clooney en Up in the Air, de Jason Reitman: rajar gente a la mierda. Es decir, una empresa contrata el servicio de un tercero para que se ocupe de echar a la gente que hay que echar, deslingándose de esta forma de toda responsabilidad, evitando cualquier tipo de conflicto interno, higienizando todo el proceso de despido.
Que pum, que pam... la empresa está en caída libre y nadie se avivó. Ya desde el vamos, la película va a hablar de la crisis financiera global. Momento. ¿Va a hablar de la crisis financiera global? ¿O en realidad estamos en presencia de un manifiesto que no sabe exactamente qué es lo que manifiesta? A eso mismo me refería cuando mencioné la paradoja. ¿Qué tanta política seria podemos hacer bajo el ala de Hollywood? Pero bueno, digamos que la película basa su discurso en la burocracia empresarial, donde vemos lobos feroces vestidos con trajes de unas cuantas lucas... Pongamosle.
Así, vemos a un ingeniero que no es ingeniero (estudió pero no ejerce), sino que se dedica a hacer algo asi como balances accionarios. Vemos a otro muchachito que habla de lo bien que la pasa siendo joven y teniendo un cargo en esa empresa, que la plata, que las minas, que bla bla bla. Tenemos al jefe en plan  "veterano que la tiene bien junada", que nos explica lo rápido que se va la plata, sin importar cuánto ganes, que estas crisis pasan siempre, que esto y que lo otro. Tenemos al jefe, más alto todavía que se afeita sin mosquearse mientras el púber le llora al costado, lamentando su despido, como si no supiera de que iba la cosa cuando se metió en ese mundillo financiero.
¿Cuál es El Precio de la Codicia, entonceS? ¿Mostrárnos que estos seres, debajo de sus trajes y autos caros, no tienen corazón? ¿O que finalmente sienten culpa de ser tan codiciosos? Pobrecitos, como sufren. Pero aún así, aunque tengan corazón y lloren la muerte de su perro, la película no ancla por ninguna parte.
Si por un lado se plantea mostrar el corazón de ese salvaje mundo donde se toman decisiones que se comen la vida de millones de personas, por acá lo muestran como un "sí... pero bueh". El retrato es vago, superficial, prácticamente diluído de entrada. Ni siquiera Jeremy Irons haciéndose el dobolú para el espectador y pidiendo que le expliquen la cuestión "como si fuese un Rottweiler" genera que se arme un contenido interesante o entendible.
Lo único que podemos ver es que la cosa se derrumba y están todos tratando de salvar las papas. Nada más.

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