jueves, 5 de abril de 2012

Panorama MEDIATECA CEAUVI - Fecha I 04/04

Bueno, en principio muchas gracias a todos los que asistieron!! Fue un gusto mostrarles nuestro trabajo en la Mediateca y que compartieramos opiniones, críticas, comentarios sobre los cortos que vimos. Fue el equivalente a una reunión con un par de amigos, sin pruritos para debatir y acercar pensamientos. Esperamos verlos la próxima entrega, donde intentaremos, además, ponernos en contacto con los directores de los cortos que proyectaremos, para poder tener una grata y constructiva charla en torno a los trabajos audiovisuales que nos llegaron.
Aprovecho para acercarles las breves reseñas de lo que mostramos ayer.




Héctor Di Mauro, Titiritero – Prelorán, Jorge – Argentina/EE.UU. - 37´ - 1980
Prelorán habla sobre Prelorán. ¿Es posible realizar un documental sobre una persona y que a su vez sea un autorretrato sobre uno mismo? En efecto, Prelorán, al retratar a este hombre y a su oficio, de alguna forma se refleja en él para descubrirse sutilmente frente al espectador. Como mencionábamos antes, en los documentales de Prelorán abundan las miradas autorreferenciales, donde se trazan analogías casi simbólicas entre aquellos a quienes representa con su cámara y su propia forma de ver el mundo y de desenvolverse en él. Como nos explica Felipe Montalva:
Por ejemplo, en el documental “Héctor di Mauro, titiritero” (1980) sobre un actor ambulante y su teatro de títeres, en La Pampa, podemos hallar una analogía con el propio Prelóran no sólo porque en ambos casos, cine y guiñol, se convoque la ilusión a través de una representación sino por la misión que el protagonista del filme dice tener: enseñar: Dar cuenta de otro mundo, de la posibilidad de un cambio. Pero, además, Prelorán y Di Mauro se asemejan por una ética de trabajo similar, es decir, consideran su labor como un bien social: Hacer cine para devolver algo al país: ponerse del lado de los que tienen menos o nada…. “Yo tenía que poner mis talentos, y mis conocimientos del cine, que estudié en la universidad, a disposición de la gente”. A esos que ejecutan su propia vida, esos hombres y mujeres comunes.[2]
Así es como Prelorán traza esa línea cinematográfica que, a su vez, se desdobla sobre sí misma. Al retratar, se retrata. Al hablar sobre la humildad de este hombre, de sus títeres y de su incesante trabajo con los niños; habla también de su propia humildad, del la importancia del trabajo con recursos escasos, de la perseverancia y de la enseñanza como pilares fundamentales del arte.

FRÁGIL - Mostajo, Hernán / 11,17´ / 2008 / Argentina / 16mm / Cortometraje / Ficción

El inicio de la vivienda compartida de una pareja muy joven produce replanteos, reflexiones y críticas de ambas partes, poniendo sobre el tapete la problemática de la relación. El montaje es ágil, sólido, con ambos como narradores extradiegéticos, hablando a cámara y contando sus objeciones e inquietudes hacia la vida conyugal en una misma vivienda, las situaciones y los defectos que detestan del otro, interrogándose a sí mismos respecto de hasta qué punto están dispuestos a soportarlo, teniendo en cuenta que dichas situaciones pueden agravarse ante la incipiente mudanza en conjunto. Los celos, las demandas de atención, las manías cotidianas, el sexo, son los tópicos más comunes que se ponen en evidencia y están retratados con una sencillez simpática, precisa, carente de pretensiones de ofrecer una verdad nueva u otra perspectiva respecto a la problemática de la vida conyugal; sino con el simple objetivo de dar ese toque humorístico que parece rezar “a todos nos pasa lo mismo, ¿viste?”. El final está, valga la redundancia, cargado de fragilidad.

CUARTO OSCURO - Taquini, Delfina / 14,01´ / Argentina / Cortometraje / Documental

El documental recorre de punta a punta, y con un ojo inquietantemente curioso, el submundo del ferrocarril argentino, los trenes y las estaciones; o mejor dicho, lo que quedó de él luego de su vaciamiento casi absoluto, dejando casi lo que sería, una escena fantasmal, que se acerca, de a ratos, a un film de terror. El interés reside justamente allí, donde lo que a uno le gustaría pensar como una ficción es, verdaderamente, una rotunda y demoledora realidad. El cuarto oscuro, entonces, representa a esa misma realidad, que muchas veces se niega a verse, se niega a contarse, por evitar ser vista. Sin embargo, el logro mayor del documental es, por otro lado, la crudeza paciente de la que se nutre su montaje, que, justamente, lo diferencian de todas aquellas miradas marginales que toman a la miseria con simple morbo, a la manera de los programas televisivos de ese estilo. En efecto, en contrapartida, este cortometraje abunda en una exploración minuciosa que desafía al espectador a enfrentar semejante realidad.


















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