miércoles, 5 de diciembre de 2012

La Conversación, de Francis Ford Coppola


PROTAGONISTA, CONFLICTOS, PROGRESIÓN DRAMÁTICA

En principio, ya desde el primer gran plano cenital de la película, desde esa “mirada de Dios”, podemos notar un eje clave para comprender el conflicto que se desarrollará a continuación dentro y fuera de nuestro personaje principal. Por supuesto que este punto será percibido en la medida en que contrastemos esta misma presentación con los distintos sucesos que atravesará el protagonista en el desarrollo del film, pero, sin embargo, me gustaría tomar esto como punto de partida ya que considero necesaria la lectura de ese plano como una decisión narrativa de guión ineludible que resume en cierta forma lo que vendrá después.
En esta primer secuencia, se nos presenta, entre una multitud de personas transeúntes dispersas en un parque, a una marioneta humana claramente diferenciada del resto, jugando y “molestando” amistosamente a las personas que caminan a su alrededor. La cámara paulatinamente va centrando la atención sobre ella. En determinado momento, se pone a imitar a nuestro protagonista, el cual casi inmediatamente intenta deshacerse de “la sombra” del mimo, que parece fastidiarle notablemente.
Ahora bien, más allá de lo que sucederá después, me resultó inevitable interrogarme al respecto: ¿Por qué presentar así al protagonista? ¿Cuál es la metáfora que está intentando trazarse como para dejarla totalmente adosada a nuestro protagonista desde el inicio? ¿Podemos trazar un paralelo como para poner en cuestionamiento, cuál será realmente el verdadero mimo, la verdadera marioneta, con el correr de los minutos? No es casual que el mimo, visto desde arriba, en medio de una muchedumbre, sea, justamente el principal punto de atención y que por esto mismo, sea percibido como una pieza poco fundamental a los ojos de cualquiera, como algo molesto que interfiere con lo que verdaderamente se busca ver y que, por eso, no se le presta atención o se busca evadirlo, ya que además, como a nuestro personaje, incomoda. O dicho de otra forma, a veces, para pasar desapercibido, la mejor forma es ser el principal punto de atención. ¿Podemos entender, quizás, por lo que veremos después, que Harry Caul, con su enorme esfuerzo por mantener su discreción, termina siendo el mimo real manejado por hilos desde arriba, tal como lo resalta el plano cenital?
Algo clave menciona Harry en esta primer secuencia, a su colega, que será fundamental tener en cuenta para comprender el conflicto que desarrolla casi inmediatamente después: “me da igual lo que digan, sólo quiero una buena grabación”; aclarando que no sabe quién es esta pareja, ni porqué se los manda a espiar.
Está claro, por supuesto, que Harry es sumamente receloso de su intimidad, de su privacidad, de sus cosas y no es de extrañar por supuesto, que quiera estar seguro de su trabajo. Y al mismo tiempo, por otra parte, también está claro, según iremos escuchando, que la conversación es un poco extraña, tiene partes fingidas y otras que parecen como “de relleno”. Pero en este punto, Harry no ha analizado nada, ni siquiera ha escuchado las grabaciones, y por lo que se ve, le gusta mantenerse ajeno a las circunstancias que rodean un espionaje como ese. Entonces ¿Por qué le importa tanto, según se ve después, quién reciba o no su trabajo? ¿Por qué su repentina preocupación respecto a las intenciones escondidas detrás de sus empleadores con las cintas grabadas?
Este es, justamente, el primer punto de conflicto, que pone en marcha la narración, principalmente por su propia contradicción en su accionar como personaje. O dicho en términos más clásicos: “una ruptura en el equilibrio”. Lo que se nos presenta como una persona que “sólo cumple con su trabajo” ahora es alguien que desconfía totalmente de toda una conspiración que se esconde detrás.
Pero sin embargo, esto no es todo. La película no trata de un simple “juego de espías”, y el personaje no es alguien que simplemente busca desentrañar un crimen o un misterio. Está claro que la película se inscribe, al menos básicamente, en el género policial, pero sin embargo, a mí entender, esto es tomado más como excusa que como fin en sí mismo. La película trata del entrecruzamiento entre ficción y realidad, de cómo a veces construímos una realidad que luego cae por su propio peso y como esto es, en realidad, el eje principal de conflicto. Es importante notar que el entredicho que tiene con Martin Stett es algo apenas mostrado, algo muy corto, en lo que no se quiere, evidentemente hacer demasiado hincapié. Intentaré explicar porqué.
Más allá de las relativas sospechas de Harry frente a sus empleadores, más allá de que se entere de que sus investigados formen parte de la compañía o empresa que lo contrató, más allá de toda esa fachada que justifica en términos narrativos concretos y visibles la evolución del conflicto de Harry con su empleador, hay otra cara de la moneda que es mucho más importante para comprender el porqué de este conflicto. Es evidente que Harry no se dedica a algo demasiado legal y además nos enteraremos luego que hizo investigaciones que causaron crímenes sin ningún problema. ¿Por qué ahora esto es un problema? Este es el interrogante más importante, que hace que este trabajo de Harry no sea como cualquier otro, algo aquí se pone en crisis, se rompe el ciclo cotidiano. Como se vio en “Bastilla”, de Isabelle Coixet, los actos cotidianos que realiza la mujer del protagonista luego de enterarse que está enferma terminalmente están marcados por el peso inevitable de saber de que serán los últimos que hará. Su última cotidianeidad, el hecho de que el tiempo repentinamente se vuelve palpable, determina el potencial conflicto posterior del protagonista.
En “La Conversación” la pregunta no es qué esconden sus empleadores, es evidente y hasta obvio, dado el oficio de Caul, que sus empleadores siempre esconden algo o tienen una intención mínimamente oscura, ¿Sino para qué lo contratarían? Eso forma parte de la cotidianeidad normal de Caul. ¿Qué tiene de distinto este trabajo? ¿Qué esconde Harry como para terminar tomando parte en el asunto? Nos sigue faltando un motivo, o directamente, la piedra angular de un conflicto interior que explique y otorgue sentido a este mismo accionar de Harry frente a su trabajo. Algo que nos responda, claramente, el por qué de su enfrentamiento con el personaje de Martin Stett.
Hasta que finalmente llega: Harry va al confesionario. En una escena clave para entender el resto de la película. En este, empieza numerando una serie de tonterías (pecados menores, sin importancia) que él mismo utiliza como preámbulo para retardar lo más importante. Es aquí donde el diálogo tiene una importancia muy grande y por esto nos revela el conflicto. El hecho de que Harry, con voz temerosa y forzosamente controlada, enumere esos pecados livianos sin importancia, da más relevancia aún a lo que finalmente revela, como algo que él mismo intentaba reprimir: el hecho de que es posible que le hagan daño a alguien por su trabajo y que ya ha pasado antes: una familia entera ha muerto por uno de sus trabajos. Aunque inmediatamente afirma, en un claro intento de autoabsolución forzada, que él no tiene la culpa. Aquí hay una evidente resignificación del diálogo que pone en evidencia exactamente lo contrario: no podría sentirse más culpable por lo sucedido y por esto mismo le cuesta mucho dejar pasar sin más un posible asesinato ahora.
Y hay más aún: una notable decisión narrativa autoral al hacer un paulatino foco selectivo en el cura que escucha, al cual no le vemos el rostro (apenas perceptible); dejando a Harry fuera de foco en primer plano fragmentado. Esto es algo que en la película se repetirá varias veces, en varias escenas clave, y en todas se nos intenta dar a entender lo mismo: Harry, como se subraya varias veces, es un hombre que sólo ve lo que escucha. Al hacer foco en el cura que ni siquiera vemos, tapado en la penumbra, nos están señalando a Harry, al verdadero Harry Caul, el hombre detrás del telón, en la penumbra no el que se confiesa, sino el vouyerista que escucha indiscreciones. El cura, de alguna forma, juega el papel de Harry.
Esto se repite también después, una vez más: cuando el fisgón rival se pone a contar el caso de Harry seguido de muertes, ilustrando la historia con detalles e ironías que incomodan a Harry, poniendose inquieto, hasta finalmente quedar tapado por una suerte de plancha de acetato celeste, transparente o similar. El técnico le insiste que le cuente y Harry actúa como si nada. Harry es alguien que se niega a exponerse, hay un costado suyo que no terminamos de entender, dado su nivel de hermetismo, siempre tapado por esa plancha de acetato o por el piloto impermeable que lleva a todas partes, aunque nunca llueve ¿Harry tiene miedo de ensuciarse?
Y finalmente se produce la transición. Ese mismo vidrio deformado no sólo es el elemento tras el que se esconde, sino además, el objeto a partir del cual el ve el mundo: cuando se produce ese asesinato final, Harry ve un acto incompleto, deformado a través de este filtro que lleva siempre con él, en el balcón de la habitación.
Insisto con que la escena del confesionario es de suma relevancia, y nos está planteando muchas cuestiones: ¿cómo es posible que Harry, sabiendo que cualquiera puede ser grabado o escuchar lo que dice o espiarlo en general, se preste a “confesarle” su propia complicidad con crímenes a alguien a quién no puede ni ver su rostro? ¿Hasta dónde llega su propio devotismo religioso? ¿Al hacer foco en ese “no-rostro”, Coppola nos habla de la fé ciega, estúpida, que rodea al cristianismo, donde uno entra al confesionario y se despoja de todos sus más concretos saberes y experiencias personales comprobables, empíricas? ¿O más particularmente, nos habla de la culpa de Harry Caul, una fuerza pulsional muy fuerte que lo está haciendo actuar de esta forma, en contra de sus propios y tan cuidados métodos y principios? Ambas lecturas son válidas, pero para nuestro propósito, la segunda es la más valiosa.
El que Harry revele su nivel de culpabilidad, su remordimiento frente a crímenes pasados; algo que se entiende, al mostrar una dificultad enorme para enunciarlo, que no ha confesado nunca antes, le otorga sentido a sus acciones dramáticas del presente y, a su vez, refuerza en gran medida el conflicto, tanto el interno como el externo. La culpa está generando algo en el interior de Harry que lo pone en crisis, tanto con él mismo como con sus empleadores y con su propio entorno. Es evidente que gracias a este nivel de culpa, desarrolla empatía frente a estas dos personas que espía, con lo cual impide el acceso a las grabaciones hasta no tener claras las intenciones de su empleador. Esto también puede justificarse, en cierto punto, con el hecho de que el relato arranque el día de su cumpleaños. ¿Harry Caul, llegando a más de la mitad de su vida, totalmente sólo, comienza a replantearse las cosas? Por supuesto, Coppola vuelve varias veces sobre esto. Es tal la obsesión de Harry Caul y su culpa, que hasta estando por hacer el amor con una mujer muy atractiva que lo seduce, escucha las cintas nuevamente y vuelve a enunciar su remordimiento y su deseo por impedir que asesinen a esta pareja.


SABERES DE HARRY CAUL y EL ESPECTADOR DEÍCTICO


Lo más importante dentro de los saberes de Harry Caul, como veníamos explicando en el desarrollo de su conflicto dramático, es que, a grandes rasgos, él sólo sabe lo que escucha, eso es algo que el relato se encarga de remarcar una y otra vez. Se hace evidente que lo contratan porque es el mejor en su oficio, y porque se mantiene ajeno a la implicancia que esto tenga o el fin que se le de. En efecto, el conflicto surge, de hecho, cuando Harry rompe esta regla implícita del “no-saber” (que él mismo enuncia como su “regla de oro”, aun cuando la está torciendo), del no meterse, del no implicarse, e intenta ampliar su conocimiento respecto de lo que investiga, tomando partido por esta pareja, a la que cree víctima de un futuro crimen. En tanto que espectadores deícticos, sólo sabemos lo que él sabe, o, como decíamos antes, lo que él escucha. Entonces, podemos decir, en principio, que el eje del conflicto, al menos su cara más visible, viene dado principalmente por un saber causal oculto a Harry, básicamente obstruído. Y, Harry, al ser conciente de este saber obstruído, que antes era su propia regla de oro, y decidir investigar al respecto, desencadena el conflicto.
Pero, sin embargo, lo interesante de analizar aquí, si nos permitimos ser más detallistas, es que Harry llega a esta conclusión luego de negarle el acceso a las cintas a Martin Stett, es decir, con ese primer punto de conflicto ya puesto en marcha. Justo después de tener este entredicho con Martin, Harry se pone a analizar a fondo la cinta hasta encontrar ese veredicto mortal del hombre que conversa con la mujer. Con lo cual, nos lleva a preguntarnos, como espectadores, qué esconde Harry en su saber, si todavía no ha escuchado el momento en que el hombre de gafas dice “nos matará si tiene la oportunidad”. ¿Por qué, entonces, Harry se niega a darle las cintas? ¿Es simplemente un capricho formal, el deber entregarle las cintas personalmente al director de la empresa?  ¿O hay algo que Harry sabe, o intuye, a lo que nosotros no tenemos acceso? ¿Está nuestro saber obstruído con respecto al de Harry? Es evidente que nosotros, como espectadores, no nos salvamos del hermetismo de Harry con su entorno.
En efecto, no cabe duda que hasta muy avanzada la película, nos dice muy poco sobre él, sobre las cosas que le pasaron, sobre sus propias conclusiones. Y muy tardíamente empezamos a entender el verdadero motivo por el cual Harry niega entregar las cintas, cual es su verdadero conflicto; a medida que se confiesa y le confiesa a la mujer su culpa; o cuando sueña con la mujer del parque. Es decir, si bien no queda duda de que estamos sumamente ligados a los saberes de Harry respecto a lo argumental, tampoco se puede negar, por otra parte, que existe una suerte de desfasaje, al menos al principio, entre el accionar de acuerdo a su propio saber de Harry y lo que luego nos enteraremos nosotros. Por un lado, en el caso ya mencionado, y por otro, cuando Harry le dice a Stan que lo están vigilando: recién después veremos a Martin Stett allí presente siguiendo a Harry. Es ese desfasaje donde Harry está siempre adelantandosé de alguna forma al saber del espectador.
A diferencia, por ejemplo de ese otro Peeping Tom, Jeff, ese fisgón empedernido en “La Ventana Indiscreta”, nosotros somos él, en tanto que él nos representa a nosotros, los espectadores. Todo su saber es el nuestro. La relación entre su saber y el nuestro es prácticamente la misma, puesto que, de hecho, Hitchcock se esmera en trazar una metáfora sobre el lugar del espectador. Sentado frente a esa ventana (“abierta al mundo”) donde sucede todo el crimen que él sospecha, él es ese fisgón invisible con acceso a todo. Y más aún, cuando él se queda dormido, nuestro saber se amplía con respecto al de él, al contemplar el accionar del asesino, algo que le es negado a este hombre postrado, habilitando un juego de suspenso aún mayor, muy practicado por Hitchcock en sus películas, donde el espectador sabe lo que no sabe el protagonista.
En cambio en La Conversación se practica la forma opuesta. No queda duda de que estamos supeditados a Harry y a su propio recelo de exponerse frente a los demás. Hay una distancia considerable, entre Harry y nosotros, hasta el punto que nos resulta un tanto tedioso seguirlo. La información que nos llega es tan paulatina que de a ratos la narración se torna exasperante, nosotros sabemos que hay algo que no sabemos y sospechamos que Harry sí lo sabe.
Y podemos llevarlo aún más allá: si Harry, habiendo ido a la habitación contigua a la que se lleva a cabo el supuesto asesinato que él cree haber descubierto; habiendo escuchado con atención desde el baño el asesinato mismo,  sabiendo que al lado se está dando un acto de extrema y brutal violencia; ¿por qué, entonces, sale corriendo al balcón a ver, a través de un vidrio borroso, a una persona (o mejor dicho, a una silueta borrosa) agonizando, siendo atacada por otra? ¿Por qué hacer esto para luego rechazarlo, cerrando las cortinas, hundiéndose en temor y cólera, huyendo de lo que acaba de ver? ¿Cuál es su propósito? ¿Por qué no llama a la policía o algo parecido? ¿Es una simple necesidad de un saber que implica dar un apoyo físico, corpóreo, visual a aquel que tenía antes, solamente auditivo? La visión de esta escena ya no obedece a un encadenamiento puramente lógico.
En efecto, a todas luces, Coppola nos está mostrando que hay un lugar al que Harry no consigue entrar, un lugar al que tiene totalmente negado el acceso en su saber. Ese lugar que implica más que simplemente oír una conversación, sino también observar y tomar parte en ella. Lo que aquí queda claro, es que aún implicándose, jugando al detective privado, tomando cartas en el asunto, él no puede, sin embargo, impedir que se cometa un asesinato, más allá de que la víctima finalmente no sea quién cree. Parece ser, me atrevo a suponer, una suerte de respuesta autoral, que esboza Coppola a lo que mencionaba antes de La Ventana Indiscreta.
El espectador, al contrario de lo que sucede en la película de Hitchcock, (donde de alguna forma el protagonista, o ese espectador, finalmente toma parte en la acción e impide que el asesino escape) está condenado a ser un Peeping Tom: un observador que si bien es imperceptible, no puede, sin embargo, tener ninguna influencia sobre ese mundo, ajeno a él, ese universo que se le presenta ante sus ojos, cuyas reglas no puede someter a su influencia. Harry es este hombre, que accede a este lugar escénico, esa escena fantasmal, desde lo auditivo y luego desde lo visual, ante ese vidrio borroso. Este vidrio borroso es el prisma a través del cual Harry ve la realidad, ese cristal representa su propio saber. Lo que él cree saber. Y que, a su vez, remite una vez más a Hitchcock, aunque esta vez a Psicosis específicamente.
En efecto, ¿por qué Harry va al baño e inspecciona con detalle el enjuague de la bañadera? ¿Por qué lo haría, sabiendo que la persona asesinada ha salido al balcón, por ejemplo? ¿No parece un tanto rebuscado que inspeccione en detalle la bañera, que corra la cortina esperando encontrar un cadáver? Yendo un poco más lejos en mi atrevimiento, ¿No parecería ser que Harry ingresa al baño justo después de que Norman Bates limpiase hasta el último vestigio de sangre en esa interminable escena de casi diez minutos, donde nos muestran con detalle dicha limpieza que no deja rastro del asesinato de Marion Crane? Es en este lugar donde se intenta poner al espectador, en ese lugar tan icónico, íntimo y reconocible, que es el baño, un lugar que se espera que el espectador reconozca plenamente. Hay una respuesta a “Psicosis” muy fuerte, que tiene que ver con, justamente, lo reprimido de Harry, con este reemplazo que se produce, donde el lugar macabro ya no es la ducha, sino el inodoro que Harry examina también con especial atención: ese lugar donde mandamos todos nuestros desperdicios más intrínsecos metafórica y literalmente. Como si de alguna forma la película afirmase que no importa cuanto limpie Norman el baño, toda esa sangre se queda en algún lugar, y volverá aparecer eventualmente. En efecto, ¿No es el inodoro, acaso, el interior de Harry, que brota y se ahoga de sangre por sus propias implicaciones en crímenes cometidos por su culpa, por ser un fisgón profesional; a la cual no puede escapar, pese a su hermetismo, soledad y austeridad? ¿No es ese precisamente el motivo por el cual el está ahí, inspeccionando ese baño con meticulosidad? Coppola, trazando un paralelo, en esta escena, nos muestra  tanto el interior de nuestro personaje, como el lugar perverso del cine en general, más específicamente el lugar que ocupamos nosotros como espectadores, al ver una película.
Por eso mismo subrayo esta interpretación, porque creo que es una forma muy lograda de señalarnos a nosotros como espectadores, sobre el rol que estamos ocupando. En efecto, el cine es ese lugar donde somos testigos vouyeristas, a la espera de actos macabros, sucesos violentos, desencuentros amorosos, cuestionamientos existenciales, perversiones sexuales, reírnos de los demás, muertes, etc., en suma: a la espera de que Harry accione el botón del inodoro y la sangre emerja, pero sin salpicarnos. Sin que nadie nos descubra.

DIÁLOGOS Y SIGNIFICANCIAS


En principio, está clarísimo que nuestro protagonista tiene un gran problema con el habla, con el acto de hablar en sí mismo. Si bien es el fisgón número uno de la costa oeste, como dice el fisgón rival, experto en escuchar conversaciones y grabarlas desde puntos sumamente alejados sin que nadie se percate, tiene un gran problema para comunicarse. Esto no es un dato menor y es evidente que este contraste que se produce entre ambas características es una decisión narrativa de peso.
Respecto de las significancias y resignificancias del diálogo, considero que lo más importante está constituído, por un lado, dentro del diálogo que se lleva a cabo en esta pareja transeunte y, por otro lado, las distintas interpretaciones y lecturas que hace Harry Caul del mismo; para que finalmente entendamos como él, con el correr de esas lecturas, de alguna es paulatinamente transformado en ese mimo que veíamos al principio.
Ya desde el comienzo, aunque no le prestamos demasiada atención, el diálogo es un poco extraño. La pareja parece casi estar actuando de a ratos, conciente de que hay alguien allí escuchándolos. Ella dice, en determinado momento “hacé de cuenta que te conté un chiste”. Nos podemos preguntar, entonces si esto es todo un montaje que está haciendo la pareja, para finalmente decir, lo que Harry descubre: “nos matará si tiene la oportunidad”.
Es entonces cuando todo el diálogo cobra un sentido que antes no tenía, se vuelve perlocucionario, desencadena un determinado accionar en Harry. A pesar de que no hay amenaza, da cuenta de que la vida de una persona está amenazada. Harry entonces se da cuenta de que él mismo es el que detenta dicha amenaza, ya que el es el poseedor de un saber que si se pone a disposición de este tercero, es posible que ocurra un asesinato. Es decir, si bien no hay orden o amenaza directa, la frase posee esa connotación, asi como la conversación entera, ya que entonces, comienza a entenderse porqué sus interlocutores “fingen que cuentan chistes”. Están poniendo en evidencia esa amenaza.
Por supuesto que esto va aun más allá: después nos enteraremos que, jugando con esto mismo, la pareja ha montado un diálogo preparado cuidadosamente, con el fin de que el director de la empresa y por lo visto marido de esa mujer, se encamine hacia el cuarto de hotel donde planean asesinarlo.

1 comentario:

David dijo...

Para los que somos amantes del cine esta bueno poder seguir las películas nuevas que van apareciendo y por suerte constantemente vemos distinta clase de películas. Seria interesante tener la chance de averiguar la forma en la que funcionan estos sitios web y para ello esta bueno poder entender la programación. Si logro hackear facebook seria el gran logro.